jueves, 19 de junio de 2008

Don Fru

El abandono del "Soruyo" (mi ex-coche) me ha traido muchos dolores de cabeza... muuuuchos! y muchos gastos de más, ni hablar q.e.p.d. el soruyo!

Sin embargo, también me ha traído mil cosas a las que yo nombro "buenas", veo con más calma los paisajes en los que anteriormente transitaba a toda velocidad hecha la fregada porque como siempre, llegaba tarde, veo más gente, imagino más historias y tengo calma para analizar más mis recuerdos...

Lunes por la mañana, bus no. 1, de mi casa a la terminal de autobuses, gente de todos colores, tamaños y clases van sentadas, a pocos metros de donde yo subí, abordó un viejecito, muy viejito, con su sombrero de paja y sus "burras" de zapatos, con movimientos torpes y su amigo bordón a su lado, pagó su pasaje y al momento de recibir su cambio una moneda cayó en donde debía ir la bastilla de su pantalón, torpemente volteó abajo y no la encontraba, el creyó que la moneda había caído al piso, me acerqué, saqué la moneda de su pantalón y la deposité en sus manos arrugadas por el paso del tiempo y regresé a mi lugar...

Hace años que el viejecito más amoroso que he conocido en mi vida se había ido, lo sepultamos con muchas lágrimas en los ojos, un hermoso recuerdo, una gran lección de vida y una muestra de lucha hasta el final.

Don Fru se llamaba, nació el día de los Florencios según el calendario y le pusieron por error Frumencio en lugar de Florencio, el no se agüitaba, su hijo menor y dos de sus nietos llevaban la misma suerte, ni hablar!

Se casó muy joven y fue de los pocos privilegiados, en aquél tiempo, que gozó de la escuela enseñándose a leer y amando su gran cualidad, devoró libros, recuerdo una Enciclopedia de México de 11 tomos que guardaba en casa y que una que otra vez, yo hojeaba en busca de alguna tarea, o aquel almanaque pequeñito que siempre cargaba en su bolsillo y del que cada vez que oía el nombre "almanaque" me remontaba a la película de "volver el futuro", pero él lo usaba para saber que onda con el riego, las lluvias y las buenas temporadas de siembra... ah! porque si en algo era buenisisisimo era en la siembra.

En la huerta de la casa sembró árboles de todos los que podría imaginar: naranjas, mandarinas, limones, unas guayabas grandes y rosadas, moras, chirimoyas, nísperos, membrillos, aguacates, limas, granadas y demás, y cuando el tiempo lo permítia, cultivaba maíz y durábamos días enteros comiendo elotes con chilito y limón, elotes con queso, sopa de elote, elotes de estos y elotes de aquellos...

El viejito ....huy! de joven era muy guapo, tenía su pegue he! eso que ni que...y pues la buena ahí fue Doña Lola, que se lo empachecó, osea, se casó con él y le dio 10 hijos, ya ven como se usaban antes las camadas... pero siempre tuvo varias chicas que lo acosaban y quizá uno que otro romance por ahi también.

En los malos tiempos fue muy pobre, al grado de dormir en petates y trabajar de sol a sol, cuando las cosas mejoraron puso su taller mecánico mismo que atendía con sus hijos, aún lo recuerdo los domingos cuando íbamos a saludarlo hasta el taller que estaba a un lado de la huerta y lo veíamos ahí dormido sobre el camastro con olor a viejo, diesel y tiempo, tapado con su gorra de trabajo, nos abrazaba y llenaba de besos y de vez en cuando nos contaba una que otra historia de época, o podíamos encontrarlo en la sala viendo películas del Santo y de los hermanos Almada, esas de matones le encantaban.

Una enfermedad de esas que creemos que les dan solo a los viejos lo toco, un mal en sus rodillas que no le impidió andar, ni en sus pies ni en bicicleta que era una de las cosas que más disfrutaba, treparse todo delgadito en su bici azul y pedalear hasta el centro de la ciudad a retocarse las enormes cejas que le crecían como al loco Valdéz, a cortarse la mata porque vaya que era vanidoso o a juntarse con sus viejitos amigos en el jardín y piropear a las muchachas, que coqueto Don Fru, o ya cuando su bolsillo lo permitia, se iba a retratar, retratos donde siempre salia bien, muy fotogénico.

Cada Navidad esperaba a sus tres generaciones de descendientes para hacer los tamales, las guerras de paz en la casa eran grandiosas, y el salia a besar a todas sus hijas, a soltar una que otra picardía y regresaba a su cama, cansado del corto trayecto que había recorrido.
Diálisis, fue su siguiente Karma, tres veces al día cualquiera de los suyos lo vaciaba de agua y lo llenaba de él, al principió él lamentó el mal que le aquejaba, pronto lo tomó con gracia y responsabilidad, aprendió a comer sin sal, a llevar una dieta que bien que mal le gustó, a saber que la edad también reclama al cuerpo.

Una madrigada cayó, dormitando no despertó, aún nos dio tiempo de llegar, de decirle cuanto lo amábamos, movía escasamente sus brazos, nos tocaba pero no despertó, la siguiente noche murió.

Lloré su partida, extraño su presencia y lamento su ausencia.

Cuando lo llevamos a su última morada no sentí temor de nada, se que su alma fiestera, chicharachera y vagabunda estará en ese lugar donde ya había viejos amigos suyos, ya lo imagino con su delgada rodilla crudaza sobre alguna tumba piropeándo a alguna chica linda que pasa, cantando "figaro, figaro, fiiiiigaro"... de cualquier forma, NO ES SERIO ESE CEMENTERIO!

Y el gran Don Fru, es mi abuelo!

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