miércoles, 6 de junio de 2012

Cuadros tristes


Mi vida está llena de historias, historias propias, ajenas, de aquí y de allá, y es que no sólo debemos de darnos el lujo de aprender en la vida de nuestros propios errores, de vez en cuando, tenemos la responsabilidad de mirar en las ventanas ajenas...

Conocí a la Sra. cuando firmamos el contrato de renta de la nueva casa, bajita de estatura, unos 60 años aproximadamente, llena de joyas de oro y con sus arrugas bien pintadas, hablaba pausado, temiendo a que no le fuera entender algo quizá y ya más dentro de la plática comenzó a contarme de sus propiedades... -Huy Ana, esa casa en la que vivirás es mi fa-vo-ri-ta (dijo pausada), la construí a mi gusto, cómo para irme a vivir ahí, nada que ver con la casa donde vivo que es inmeeensa, o el departamento de México o la casa de la playa que está de ahí a allí (apuntando dentro de la misma habitación) tan cerca de la playa y con un balcón hermooooso...

Me pareció un tanto presumida.

La nueva casa era en verdad hermosa, los acabados en madera, la cocina integral enorme para mi gusto ya que no es de mis mejores cualidades la cocina, un vestidor también maravilloso, lleno de espacios aprovechables para guardar mil cosas, dos baños completos y una terraza que llegó a ser el lugar donde encontré la paz al lado de un cigarrillo; algo extraño en la nueva casa era la sola habitación en la planta alta, si bien contaba con dos, una era enorme y sola arriba y la otra más pequeña, no menos impecable en la parte baja.
Al poco tiempo conocí la razón de ser de la "habitación sola" en la parte alta, la Sra. no tenía hijos y los innumerables bienes los compartía ella junto con su esposo, al que jamás conocí.

Ayer fuí a visitar a la señora para comentarle que sin finalizar aún el contrato debía dejarle su casa, ella lo presintió desde que le comenté que queria verla y entonces fui a su casa, que hermosa casa caray!, estilo LUIS XV, los muebles, las escaleras, la decoración me hicieron remontar a unlujoso pasado, pasamos a la cocina igual de espléndida y ahí vagamente le dije el por qué debia dejar la casa y no podía seguir más con el contrato, bastó demostrarle un poco de confianza para que me contara y liberara de sí misma la historia que hoy quiero compartirles...

- Tengo 35 años de casada Ana, y desde hace más de 20 años no duermo con mi esposo, nuestras habitaciones están separadas desde entonces, me casé joven, el es mayor que yo con 18 años y en aquél tiempo estaba por cumplir 45 y yo tenía menos de 30 y así accedí a casarme con él, todo estaba preparado para ser el mismo día la boda civil y la iglesis pero no se pudo, el sacerdote en aquél tiempo dudó que un hombre de 45 años de Yucatán fuera soltero y entonces hicieron las investigaciones pertinentes para permitir mi matrimonio, tres días antes de la boda llegó el resultado, era soltero y todo debía realizarse de forma normal, con tres días de anticipación no hice nada, cuales invitados ni nada que era uno de mis sueños, mi boda grande y hermosa, invitados, banquete y nada se pudo... fue pequeño en casa de mis padres; fués hasta que me fuí a vivir con él que descubrí que era alcohólico, si bien ganaba mucho dinero por las ventas que tenía, viajaba mucho y era alcohólico y desde ahí empezó mi calvario, llore mucho Ana, cómo no te imaginas y nunca tuve el valor de irme, no trabajaba, todo lo que tengo lo hice por los medios económicos que el me dio pero de qué sirve? estoy más sola que nunca, sin él, sin vida y sin un hijo... y mirame, aquí sigo, sin valor.

Los cuadros viejos de la casa se tornaban tristes después de haber oído esa historia, no me siento la mujer más valiente por mis recientes decisiones, pero si la más decidida a llenar mi vida futura y la de mi hijo de sonrisas, no dudo que habremos de pasar tiempos difíciles pero de pié y juntos que en efecto ahora se cumpla y que mi mano jamás, jamás lo suelte...

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